COCINEANDO

Ridley, no nos engañemos, va de capa caída, pero es listo y todavía tiene crédito para que le den pasta de la buena. Sólo así se explica el desastre de Napoleón y ahora esto que hace parecer la otra hasta buena...  En este caso la ha usado para hacer un bodrio descomunalmente grande y darle al público lo que quiere… sangre y arena. Por eso el poco carisma del prota (¡cuidado que es un gran actor!... para otras cosas) no importa, ni que Denzel se convierta en un malo de opereta, ni de que desperdicien a Pascal porque está en el “candelabro” en el único personaje verdaderamente épico de la película. Ya vimos en Napoleón que a Ridley Scott la realidad, ser riguroso, ya le importa muy poco… lo importante es intentar llevar gente a los cines, aunque sea de la manera más burda. Es cierto que a veces en el cine tenemos que superar la incredulidad, pero no a costa de todo y de todos. Lo de los hermanitos, los Javis de Roma, es de traca… pero peor es la ridícula forma de matarlos de Denzel....

La magia muere si no crees en ella... Esa es un poco la premisa de esta maravillosa película de animación... Maravillosa la estética del dibujo, su belleza plástica. La sencillez elevada a arte. Aunque sea una historia que parece ya vista, consigue subyugarte con su historia y sus imágenes.  Tomm Moore es sin duda el Miyazaki irlandés. Cómo afrontamos el dolor de la pérdida, la tristeza que viene después, son los temas básicos de la historia.  Te vuelve a llevar a la niñez. ¿Quién no se siente identificado con la relación entre estos dos hermanos?  Como escuchar el mar en una caracola...